Y volveremos a danzar, vida.

Y pasa que, de repente, la
vida te calla. Enmudece tu
alma, el corazón, la sonrisa y
hasta la mirada. Y pasas de
vivir bajo un arcoíris precioso
lleno de lo que me cuesta
tanto recordar sin romperme,
a habitar un camino lleno de
piedras, bajo un cielo gris
oscuro y opaco.

Y aún así, sigo buscando un
rayo de luz que casi todos los
días suelo encontrar al que
aferrarme. Y allí soy paz, aire
y sonrisa.
Y desde esta nueva atalaya,
he aprendido a discernir el
siempre, el nunca, las almas
bonitas y las que se disfrazan
para parecerlo.

No pretendo otra cosa que el
amanecer sonriendo cada
mañana, sabiendo que todo
irá bien.
Poder seguir agradeciendo a
quien tanto bien me hace, a
quienes me sujetan de una
forma u otra.
El amor tiene mil formas. Y
tengo la suerte de tener
personitas que me proyectan
el suyo constantemente.

Y es por eso, que sé, que este ahora tonto dará paso a un continuar muchísimo
mejor. En el que pondré a
danzar mi bendita locura.
Y con ella, las risas
compartidas con quienes en
este momento son mis
atrapasueños, la cara dulce
de mi realidad.
Ahora, no me queda otra que
tener paciencia.
Después, no quedará otra que
volver a ser feliz, vida.

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